Las tradiciones religiosas pueden y deben vivir en armonía IV

Semana Mundial de la armonía Interconfesional

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Las raíces de las teologías del pluralismo religioso

            Las raíces del gran árbol del pluralismo religioso y, consiguientemente, de las teologías del pluralismo religioso, se nutren de muchas fuentes, como son el movimiento ecuménico, el diálogo con los judíos, el antirracismo, de la teología feminista, de la sensibilidad ecológica y, en definitiva y como ellos dicen, de la actual primacía del amor sobre la fe. En definitiva, estos teólogos valoran más la espiritualidad que las estructuras dogmáticas.           

            Esta corriente de la teología de las religiones, se fundamente en gran medida de las conclusiones de la búsqueda exegética más crítica, a pesar de que, como recuerda el teólogo J. B. Cobb jr [Christ in a Pluralistic Age. Westminster Press, 1975], toda teología pluralista de las religiones ha de ir más lejos que la tarea teológica sistemática. Si no es así, puede desembocar en la unicidad excluyente del Cristo que, como veremos, es uno de los temas más cuestionados en esta corriente.

            De una u otra manera, la teoría de las religiones de los últimos momentos de Paul Tillich, ha influido mucho en las nuevas tendencias de la teología de las religiones americana y británica [Knitter, P. F., No Other Name?, p. 245-246, nota 47]. El pluralismo ha nacido también de una praxis de diálogo, de una época de mejor conocimiento mutuo entre las religiones y del desafío del pluralismo religioso social, especialmente en América del norte, así como de un cierto sentimiento occidental de culpa por lo que hace a los abusos cometidos en las misiones y a los intereses económicos y políticos del colonialismo, que ha denigrado las religiones del llamado Tercer Mundo.

            La tarea teológica «pluralista» considera el problema básicamente filosófico del uno y del lo múltiple, del pluralismo religioso real, de las nuevas perspectivas de los pensadores de la unidad religiosa y de sus consecuencias para el pensamiento cristiano. Cada vez se es más consciente de que no hay un único camino válido en los campos de la filosofía, de la religión y de los sistemas económicos. Se acepta el hecho de que la realidad es plural, lo cual explica su dinamismo y su necesario y responsable proceso de descubrirla [Knitter, P. F., No Other Name?, p. 4-7. Knitter, P. F.,  Jesus and the Other Names, p. 38].

            El estudio que seguimos de Torradeflot muestra que los pluralistas no son relativistas, en el sentido fuerte de la expresión; pero proponen una «relatividad absoluta» dialéctica que se manifieste en la praxis y que se traduzca en la expresión relativa de los símbolos cristianos en teología [Gilkey, L., «Plurality and Its Theological Implications» en Hick, J. – Knitter, P. (ed.), The Myth of Christian Uniqueness, SCM, Londres, 1988, p. 37-50]. Nos encontramos ante posturas que hor podríamos calificar como perspectivistas, en el sentido orteguiano de la expresión.

            A pesar de reconocer que las religiones no son iguales y que no valen lo mismo ni son todas verdaderas, los teólogos pluralistas afirman que tienen los mismos derechos en el momento de comenzar el diálogo y que ninguna es la mejor [Knitter, P. F., One Earth, p. 32; Rouner, L., «La teología de las religiones en el pensamiento protestante«, Concilium 203 (1986) 137-138]. Para ellos, las religiones son «esferas diferentes y auténticas de revelación y de salvación» [Hick, J. God and the Universe of Faiths, Oneworld, Oxford, 1993, p. VII].

            Como escribe Dupuis, si la religión y las religiones tienen su fuente imaginaria en una automanifestación divina a los seres humanos, el principio de la pluralidad encuentra su fundamento primario en la sobreabundante riqueza y variedad de las automanifestaciones de Dios a la humanidad.

            La iniciativa divina de autocomunicación “muchas veces y de muchas maneras” y su “recepción” y codificación de diversas tradiciones están en el origen de la pluralidad de las religiones. La prolongación, fuera de la vida divina, de la comunicación plural intrínseca a esta vida forma parte de la naturaleza de la comunicación desbordante del Dios tripersonal a la humanidad. El llamado “pluralismo religioso de principio” se fundamenta en la inmensidad de un Dios que es Amor y comunicación.

            En una densa frase, concluye Dupuis (El Cristianismo y las religiones, pág. 346): “Si hubiera que expresar la perspectiva del pluralismo religioso de principio en los términos recibidos en el debate sobre la teología de las religiones, la expresión más adecuada (…) sería la de un inclusivismo pluralista, o bien un pluralismo inclusivo, el cual mantiene juntos el carácter constitutivo universal del acontecimiento Cristo en el orden de la salvación y el significado salvífico positivo de las tradiciones religiosas dentro del único y multiforme plan de Dios para la humanidad”.

Una teología transformadora de la sociedad plural

    El «pluralismo» pretende ser más fiel a Jesús, asegurando la posibilidad e, incluso, la probabilidad, de que «la fuente verdadera y de transformación que hemos denominado el Dios de Jesucristo, pueda tener más verdad y otras formas de transformación para revelar lo que se ha manifestado es Jesús.» [Knitter, One Earth, p. 30]. Esta posibilidad puede llegar a ser real por la confirmación de los datos empíricos [Knitter, One Earth,  p. 33]

            Los «pluralistas» defienden que la afirmación de que hay diversas verdades y religiones de salvación es necesaria para un diálogo (al que Knitter llama “correlacional”), en el que se pueda dar testimonio de lo que Dios ha hecho en Jesucristo y escuchar aquello que Dios ha hecho en todos lados. La teología que surja de esta manera de dialogar será comparativa [Knitter, One Earth,, p. 24]            En una perspectiva de teología sistemática, el pluralismo es el fruto de toda una tarea cristológica sobre el Logos universal juánico considerado más amplio que Jesús, especialmente, que el Jesús interpretado por Pablo [Knitter,  Jesus and the Other Names, p. 42, 63-72]. Se caracteriza por una opción teocéntrica, por la necesidad de salvación universal, por la importancia de la teología del espíritu y, fundamentalmente, por una exégesis del Nuevo Testamento que considera a Jesús, sobretodo, como el que es poderoso por que ama una actitud de servicio y de humildad más que un Padre celestial, todopoderoso y omnisciente. Los teólogos pluralistas pretender afirmar la relatividad del Cristo sin rebajar su importancia universal, para favorecer así un diálogo interreligioso socialmente útil desde una cristología no normativa [Knitter, P. F., No Other Name?, p. 145]. Los pluralistas priorizan el Evangelio ético sobre la doctrina, a diferencias de las teorías exclusivista e inclusivista [Knitter, P. F. Jesus and the Other Names, pág. 40].

             Por otra parte, otro de los teólogos pluralistas, Gavin d’Costa acentúa la radical unicidad del cristianismo y el genio único de las otras tradiciones religiosas esquivando la tentación de un pluralismo «vago» [d’Costa, G. (ed.) Christian Uniqueness ReconsideredThe Myth of a Pluralistic Theology of Religions, Orbis Book, New York, 1990]

            Jacques Dupuis, sintetiza su pensamiento y abre perspectivas de futuro: “El modelo teológico de cristología trinitaria y pneumática permite superar no sólo el paradigma “exclusivista”, sino también el “inclusivista”, pero sin recurrir al paradigma “pluralista” basado en la negación de la salvación constitutiva en Jesucristo” (El cristianismo y las religiones, pág. 347).

Conclusiones

            Es necesario abrir ventanas a la reflexión libre, de modo que pueda ser posible realizar un “salto cualitativo” de la teología cristiana y católica de las religiones, hacia una valoración teológica más positiva de éstas y una actitud concreta más abierta en relación con sus seguidores.

            Estamos persuadidos de que tal salto cualitativo es obligado para que el mensaje cristiano mantenga, en el mundo multicultural y multirreligioso de hoy, su credibilidad. O más exactamente, a fin de que tal credibilidad pueda crecer al ritmo de la adaptación del mensaje a los horizontes más amplios del mundo actual. y

            Habría que evitar, para ser fieles a las tendencias de las religiones para el siglo XXI, los modos de “defender la fe” que resulten contraproducentes, porque hacen que la fe cristiana parezca estrecha y limitada. Un planteamiento más amplio y una actitud más positiva, con tal de que estén teológicamente bien fundamentados, ayudarán a los cristianos a descubrir –para sorpresa nuestra- nuevas dimensiones y profundidades en el mensaje cristiano.

Leandro Sequeiros, Doctor en Ciencias, Presidente de la Asociación Interdisciplinar José de Acosta (ASINJA) y colaborador de la Cátedra Francisco J. Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión.